Ceos

La estrategia que transformó a un CEO

La historia real de un CEO que recuperó la fe en su empresa

Estaba trabajando en mi despacho cuando de repente sonó mi teléfono. Al cogerlo, escuché una voz que al principio pensé que era una broma. Me dijo “hola” y se quedó callado unos segundos. Justo cuando iba a colgar, se presentó: era Jorge (nombre ficticio, por confidencialidad), el CEO de una gran franquicia.

Me confesó que me había visto en internet, que le gustaba lo que escribía sobre mi método y que quería saber más. Yo le pregunté:

¿Pero no tienes un equipo de marketing?

Me respondió que sí, pero que ahora mismo estaban lejos de lo que a él le gustaría. Me contó durante más de una hora cómo se sentía y lo lejos que estaba de sus clientes.

Era especialista en marketing y publicidad, pero había perdido el control de lo más importante: la comunicación con sus clientes. Los anuncios funcionaban, sí, pero él estaba convencido de que si realmente se preocupaba por las necesidades de sus clientes, los resultados serían mucho mayores.

Y entonces me lanzó la pregunta:

¿Y tú qué piensas?

Mientras me hablaba, yo miraba su empresa en internet y entendía lo que estaba pasando. Le dije que, sin haber estudiado mucho todavía, veía que sus anuncios eran generales y no estaban ajustados a sus clientes potenciales.

Pero también fui muy clara: cuando cojo una empresa, hago un estudio de todos los empleados, para saber si están alineados con el propósito del fundador, si ocupan el lugar adecuado y si aportan ideas o solo cumplen horarios. También analizo qué grado de complicidad tienen con su CEO.

De repente me confesó que hacía tiempo que no hablaba con sus empleados, que había delegado todo en recursos humanos. Y ahí fui directa:

Si quieres mi ayuda, necesito acceso a todo. Si no, yo no soy la persona adecuada para ti.

Él me respondió sorprendido:

Nunca nadie me había hablado así. ¿Quieres que te pague lo que me pidas?

Me quedé callada, y añadió:

Sé que te hace falta.

Pero yo mantuve mi manera de trabajar: le expliqué que no se trataba de dinero, sino de seguir mi método.


La segunda llamada

La llamada terminó así. Sin embargo, una semana después volvió a llamarme. Me dijo que había contactado a muchas personas, y que en cuanto sabían quién era, lo único que querían era su dinero. Pero que nadie le habló como yo lo hice.

Quizás eres tú la persona que tiene que devolverme la fe en lo que hago.

Me pidió un estudio y un presupuesto. Le expliqué que primero tenía que ir a su empresa, observar de cerca a sus empleados y saber qué estaba ocurriendo realmente. Solo entonces le daría un presupuesto.

Aceptó por escrito y me abrió las puertas de su empresa. Pasé un día entero allí, incluso comí con él. Los empleados pensaron que yo era una nueva trabajadora. Eso me permitió ver algo claro: había muy poca confianza entre el equipo y la dirección.


Una semana dentro de la empresa

Estuve yendo una semana completa, todos los días. Me dieron una mesa como si fuera parte del equipo, conocí a su departamento de marketing y entendí qué estaba fallando.

Le hice un estudio completo: cómo debía cambiar su comunicación, qué ajustes había que hacer en los puestos de trabajo, cómo reubicar empleados que estaban desaprovechados, cómo organizar grupos de confianza y hasta cómo comer con ellos para acercarse y recuperar la relación perdida.

También le mostré por qué sus anuncios no conectaban: los personajes no reflejaban lo que su cliente potencial buscaba. Le envié todo detallado, junto con el presupuesto.

No hablamos durante tres días. Hasta que una mañana, mientras desayunaba en mi bar favorito, apareció con una carpeta en la mano.

Acepto. ¿Cuándo empezamos?

Me quedé sin palabras. Y allí mismo, sin pensarlo dos veces, me entregó el presupuesto firmado.


El cambio

Desde el primer día, empezamos a trabajar. Él se acercó a sus empleados, les dio voz, escuchó, y juntos reubicamos a cada persona en el lugar correcto.

Un día, a las diez de la noche, me llamó emocionado:

Estoy en la fábrica y no me quiero ir. Mis empleados siguen trabajando, y estoy en mi despacho llorando solo… ¿puedes venir?

Fui a la empresa y vi con mis propios ojos cómo la confianza volvía a nacer.

El resultado: un crecimiento del 50% en la facturación. Aplicamos los mismos cambios en todas sus fábricas y los resultados se multiplicaron.


La lección

Me gustaría decir el verdadero nombre de esta empresa, pero por confidencialidad lo llamo aquí Fábrica Fiber, dedicada a aceitunas y pepinillos.

Lo importante no es el nombre, sino la enseñanza:
👉 El verdadero éxito no está en los anuncios ni en los presupuestos millonarios, sino en escuchar a tus empleados y reconectar con tus clientes.

Esa es la esencia de mi método: transformar desde dentro, con neuromarketing y estrategia real, para que las empresas recuperen lo que nunca deberían perder: la conexión.


¿Quieres transformar tu empresa?

Si esta historia te hizo pensar en tu negocio, es el momento de dar un paso.
Yo puedo ayudarte a reencontrar la conexión con tus clientes y empleados, y llevar tu empresa a un nuevo nivel de crecimiento.

📩 Ponte en contacto conmigo y hablemos de tu caso.

Método Oida

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